lunes, 7 de mayo de 2012

El alohadon de plumas resumen


Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
—¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
—¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.
Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
—Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio... poco hay que hacer...
—¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
—¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados dél hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
—Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
—Levántelo a la luz —le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
—¿Qué hay?—murmuró con la voz ronca.
—Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós: —sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón habría impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de plumas

Resumen del libro Frankestein

Capítulos I al IV
Comienza Víctor a contar a Walton la historia de su vida. Quiénes fueron sus padres, su infancia y familia. Un día estando con su madre con quien visitaba familias de campesinos realizando obras de caridad, conocieron a Elizabeth Lavenza, una hermosa niña que había quedado huérfana. Elizabeth se muda con la familia Frankenstein convirtiéndose en un miembro más de ellos y para Víctor en su compañera de juegos y aventuras, creciendo en ellos un inmenso cariño que duraría hasta la muerte. Más tarde nacen sus hermanos Ernest y William. Conoce a quien sería su único amigo Henry Clerval. Tras la muerte de su madre, hecho que consterna a la familia, Víctor viaja a Ingolstadt, Inglaterra para continuar sus estudios de física y química, en donde conoce al profesor Waldman que le da la pauta para el conocimiento especializado de dichas materias y su aplicación en la ciencia. Víctor fascinado por sus nuevos conocimientos decide crear un nuevo ser basado en sus conocimientos y profundas investigaciones: Aunque poseía el secreto de dar alma a la materia, la construcción de un cuerpo para recibirla, con toda su red de fibras, músculos y venas, era una labor llena de dificultades . Dudé al principio entre intentar la creación de un ser como yo o uno de organismo más simple, pero mi imaginación estaba demasiado excitada por mi primer triunfo para permitirme dudar de mi capacidad para dar vida a un animal tan complejo y maravilloso como el hombre.
Capítulos V al XIX
Una vez terminada su creación, Víctor queda asombrado por la figura monstrosa y horripilante que acaba de nacer. Clerval llega a vivir a Ingolstadt y pacientemente, sin imaginar lo sucedido cuida de la salud de Víctor quien cae gravemente enfermo a causa de su fatal experimento. Recibe una carta de Elizabeth diciéndole cuánto lo extrañan y que espera que gracias a los cuidados de su amigo se restablezca pronto para que regrese a Ginebra. Le cuenta las novedades de los miembros de la familia y la llegada a casa de Justine una pequeña encantadora que ahora trabaja y vive con ellos, lo que provoca en Elizabeth una gran felicidad. Víctor se recupera poco a poco con el apoyo de Clerval quien cuida de él y lo reanima a salir de su estado depresivo. Víctor Frankenstein sólo espera la carta de su padre para avisarle que es buen momento para volver, pero a cambio recibe de él la triste noticia de que su pequeño hermano William ha muerto por asesinato.
Víctor viaja inmediatamente a Suiza, temiendo saber quién es el asesino de William, al encontrar las puertas de su pueblo ya cerradas por la noche, camina un poco en medio de la lluvia por los alrededores del sitio donde se supone encontraron a su pequeño hermano, y al estar frente a esa inmensidad repite el nombre del difunto evocando su recuerdo, un rayo ilumina a lo lejos, la gigantesca y deforme figura de su ahora enemigo. A la mañana siguiente Víctor, se encuentra con su familia que en pleno duelo, le cuentan a Víctor la terrible noticia de que Justine es la principal sospechosa del asesinato de William, ya que la encontraron durmiendo en un granero cerca del lugar de los hechos con la foto de la Sra. Frankenstein en el bolsillo, misma que el asesino le robará a William después de darle muerte. Víctor espantado asegura que Justine es inocente y dice saber quién es el verdadero asesino. Al no encontrarse pruebas a favor de Justine, ésta es sentenciada a muerte, más tarde por miedo acepta haber sido ella la responsable del asesinato, Elizabeth sufre una tremenda decepción al recibir la noticia pero va a verla acompañada de Víctor y Justine llora amargamente con su benefactora pidiéndole perdón y jurándole su inocencia de lo que Elizabeth siempre estuvo segura. Finalmente Justine muere como culpable. Víctor sin poder resistir la desesperación que lo abruma, viaja a los alpes en busca de un descanso que lo ayude a olvidar por unos momentos, su trágico destino al recordar los paisajes de su infancia cuando su vida transcurría en completa felicidad.
Capítulos X al XVII
Víctor intentando olvidar su pena entra en una serie de cuestionamientos acerca del ser humano, sus temores y sus impulsos y en esa etapa de contemplación que involucra la majestuosidad del paisaje, hace un ruego a ala vida y al término de sus palabras divisa a lo lejos la figura sobrehumana de Frankenstein que le suplica lo escuche y se compadezca de su sufrimiento, ya que argumenta que si alguien ha sufrido las consecuencias de su experimento es él mismo. Finalmente Víctor acepta escucharlo y Frankenstein inicia su relato.
Recuerda lo difícil que fue darse cuenta de su condición de humano y empezar a distinguir, los olores, las luces, los sonidos, conseguir los alimentos y entender un poco lo que empezaba a vivir. Después de su primera experiencia con los humanos que desde un principio le demostraron su rechazo, anduvo por los campos hasta divisar una comunidad con pequeñas aldeas, se instaló cuidando que su choza estuviera lo suficientemente cubierta a los ojos de los demás y desde ahí dentro se dedicó a observar a la cabaña vecina a través de una ventana, pudo conocer así, el idioma y el comportamiento humano por quienes sentía una fuerte atracción, llegando a alegrarse por sus dichas y compartiendo sus infelicidades. La familia vecina, estaba compuesta por el padre, hombre mayor, ciego y que tocaba la flauta de una manera que hacía estremecer el corazón de Frankenstein; Felix, hijo del hombre mayor y hermano de Agatha, la más jóven de la casa. Tiempo después llega Safie, al parecer esposa de Felix. Poco a poco fue creciendo el estima y el respeto de Frankenstein a la familia, a quienes ocasiones y sin que notaran su presencia, ayudaba, acercándoles alimentos frescos y leña que él mismo cortaba. La idea de poder acercarse a ellos y demostrarles su gratitud y cariño le robaba horas de sueño. Varias días estuvo planeando el momento en que se presentaría a la familia vecina. Llegó a la conclusión de que el momento propicio sería estando solo el anciano, ya que a causa de su ceguera no lo juzgaría por su aspecto físico sino por sus buenos sentimientos. Así pues, una tarde en que todos salieron de paseo Frankenstein tocó la puerta de la cabaña y haciéndose pasar por un viajero en busca de un descanso, el anciano lo recibe amablemente e inician una charla amistosa acerca de la supuesta familia del viajero que teme no ser bien recibido, el anciano le pregunta de quiénes se trata y Frankentein desesperado porque se acercan ya las voces de los demás, le suplica a gritos que por favor lo salve. Al entrar la familia se horrorizan de lo que ven, Safie cae desmayada, Agatha sale gritando y Felix queriendo defender a su padre toma su bastón y arremete contra Frankenstein que sale huyendo hasta su hogar. Tiempo después se entera al escuchar una conversación que sus vecinos huyeron de la cabaña por dicho acontecimiento, temiendo por su tranquilidad y seguridad del padre.
Continua su relato y llega a la parte en que mata a un niño que forcejeando con él le dice que es hijo del señor Frankentein así que, encontrando en su muerte una posibilidad de venganza lo mata y le roba un retrato de una hermosa mujer que deposita más tarde en la ropa de una joven dormida. Al terminar esta historia, Frankenstein le suplica a su creador le fabrique una mujer igual a él para así no sentirse tan solo y despreciado por todos y poder borrar sus ideas de venganza y odio contra él y el mundo entero. Una mezcla de sentimientos y numerosas imágenes cruzan por la mente de Víctor, quien por un momento cree que efectivamente el hacer una compañera para Frankenstein lo alejará de él y su familia para siempre, por lo que promete cumplir su deseo.
Capítulos XVIII al XXI
A su regreso a Ginebra, Víctor se halla mucho más animado lo que provoca alegría en su padre, quien le recuerda a Víctor el viejo compromiso que tiene con Elizabeth, haciéndole saber que nada sería más dichoso para la familia en esos momentos que su esperada unión. Víctor está convencido de su amor por Elizabeth y dice a su padre que se casará con ella apenas llegue de su viaje, ya que un imprevisto lo manda de regreso a Inglaterra por un tiempo. Elizabeth feliz por la noticia de su boda y a la vez preocupada por Víctor se despide de él acordando ambos su próximo enlace. Víctor y Henry emprenden un viaje por Inglaterra y se despiden en Escocia para que Víctor pueda terminar su trabajo y viéndose libre, regresar a Ginebra. Estando en su laboratorio Víctor se cuestionó las posibles consecuencias de crear otro ser igual al asesino de su hermano y tomando en cuenta que no podría controlar la vida y los buenos o malos sentimientos de la que vendría, pensó entonces en desistir de su promesa por el bien de la humanidad y de su propia familia. Al ver la presencia en la ventana de su perseguidor y convencido que no volvería a crear a un ser tan miserable, destruyó el cuerpo que estaba trabajando, lo que despertó la ira de Frankenstein quien juró vengarse diciéndole: "estaré a tu lado en tu noche de bodas" y se fue.
Víctor recibió una carta de Henry que le pedía abandonara Escocia y regresara con él a Londres, dos días después Víctor se embarca sin rumbo fijo con un mal presentimiento de que algo espantoso va a pasar. Con el sol en lo alto divisa una población cercana lo cual le da la tranquilidad de que ha llegado a una nueva población, pero al desembarcar el recibimiento por parte de los habitantes de dicho lugar es agresivo y le piden se presente ante el juez a declarar por el reciente asesinato de un hombre y cuyos testigos aseguran haber visto a un hombre solo en una barca cerca del lugar del asesinato. Víctor sin entender nada es llevado con el juez que le confirma su sospecha y al ser llevado a reconocer el cuerpo de la víctima, Víctor se horroriza al ver que dicho cuerpo es el de su entrañable amigo Henry Clerval. Cae enfermo de gravedad y su padre llega a visitarlo preocupado por la salud de su hijo y asombrado por la noticia de la muerte de Henry. Gracias a la compañía de su padre, Víctor logra recuperarse y finalmente sale libre al comprobarse su estancia en otro pueblo a la hora del crimen.
Capítulos XXII al XXIV
De regreso a Ginebra se llevan a cabo los preparativos para la boda de Víctor y Elizabeth, lo que mantiene a Víctor preocupado al recordar la amenaza de Frankenstein. La boda se celebró en paz y en su luna de miel se dirigieron a unas tierras cerca del Monte Blanco, herencia del padre de Elizabeth. Víctor en su inquietud, temiendo lo que ocurriría, pide a Elizabeth se vaya al otro cuarto para no presenciar su lucha con Frankenstein, por lo que Elizabeth obedece y más tarde se escucha un estremecedor grito desde aquella habitación, ya que Frankenstein cumplió su amenaza. Después del terrible fallecimiento de Elizabeth, el papá de Víctor que adoraba a la recién fallecida, cae terriblemente enfermo y muere. Víctor promete vengar la muerte de su familia y va en busca de su enemigo. Después de un largo recorrido consiguiendo sólo acercarse a él, es rescatado por un barco que lo ve en peligro de morir ahogado en los témpanos de hielo. Se recupera un poco y cuenta a Robert Walton, capitán de dicha embarcación su larga y desdichada vida, hasta que víctima de la enfermadad, agradece a Walton sus bondades y muere.
Walton continua su intercambio epistolar con su hermana contándole toda la historia que conoce y escucha un fuerte ruido, es Frankenstein que llora la muerte de su creador y pidiéndole perdón dice que el tampoco debe vivir, así es que pone fin a su tormentosa vida arrojándose desde la ventana hasta el témpano próximo del barco, perdiéndose en la oscuridad arrastrado por las olas

Frankestein

Frankenstein (título completo: Frankenstein o el moderno Prometeo) es una obra literaria de la escritora inglesa Mary Wollstonecraft Shelley. Publicado en 1818 y enmarcado en la tradición de la novela gótica, el texto explora temas tales como la moral científica, la creación y destrucción de vida y la audacia de la humanidad en su relación con Dios. De ahí, el subtítulo de la obra: el protagonista intenta rivalizar en poder con Dios, como una suerte de Prometeo moderno que arrebata el fuego sagrado de la vida a la divinidad. Es considerado como el primer texto del género Ciencia Ficción.
 

Diario de un adolescente

En este libro encontraras experiencias, testimonios y mensajes que fortaleceran los valores que se van deteorando poco a poco, perso sobre todo y a manera de un diario, conoceran un pasaje en la vida de un adolescente.

Escrito con lenguaje fuerte pero real, el escritor nos lleva de la mano para asomarnos un poco a la intimidad de los pensamientos de un chico que tiene muchas carencias emocionales. Pero no tan solo eso, aprenderemos que hacer en casos como esos, ya que en las reflexiones que se citan, se ejemplifica lo que podemos estar viviendo en la actualidad y como superar un estado critico

La leyenda del jinete sin cabeza-video


El jinete sin cabeza

La historia tiene lugar en un asentamiento holandés en el Valle Dormido, lugar de numerosas leyendas sobre fantasmas. Ichabod Crane es un profesor de escuela que se enamora de la joven Katrina Van Tassel y de su fortuna, a la que también pretende el joven y rudo Abrahán "brom bones" Van Brunt. Volviendo a su hogar tras una fiesta en casa de la familia Van Tassel, con aire alicaído, Crane es perseguido por el jinete sin cabeza (el fantasma de un soldado que perdió la cabeza por una bala de cañón durante la guerra de independencia americana). A la mañana siguiente, sólo se encuentra cerca de un puente el sombrero del profesor y los restos de una calabaza.